Que una subrogación de hipoteca compense no depende solo de bajar el tipo de interés. Compensa cuando el ahorro total a lo largo del tiempo es superior a los costes asociados al cambio de banco.
Para valorarlo correctamente hay que analizar el préstamo como un conjunto: tipo, plazo restante, comisiones, vinculaciones y coste total.
Existen situaciones en las que la subrogación suele tener sentido:
En estos casos, cambiar la hipoteca de banco puede suponer un ahorro relevante si se hace con números y no solo por intuición.
Para saber si una subrogación es rentable, no basta con mirar la cuota mensual. Es imprescindible calcular el coste total de la hipoteca, comparando:
Este cálculo permite ver el ahorro acumulado y no solo el impacto inmediato en la cuota.
El punto de equilibrio es el momento en el que el ahorro generado por la nueva hipoteca supera los costes iniciales del cambio.
Si el punto de equilibrio se alcanza en pocos años y tienes previsto mantener la hipoteca más tiempo, la subrogación de hipoteca suele ser favorable. Si se alcanza muy tarde o nunca, probablemente no compense.
Un error frecuente es fijarse solo en el tipo de interés nominal. La TAE refleja mejor el coste real, ya que incluye:
Antes de decidir, es fundamental comparar ofertas hipotecarias con criterios homogéneos y revisar qué estás aceptando a cambio de una aparente mejora.
No siempre subrogar es la mejor opción. Suele no compensar cuando:
En estos escenarios, conviene analizar alternativas o mantener el préstamo actual.
Para tomar una buena decisión:
Solo con este análisis completo puede saberse si una subrogación de hipoteca compensa realmente.
No hay una cifra fija. Lo importante es el ahorro total a lo largo del tiempo y el punto de equilibrio, no solo la cuota mensual.
Normalmente no, porque el ahorro potencial es menor y los costes iniciales pesan más.
Suele ser más favorable, pero siempre depende del diferencial, las vinculaciones y el plazo restante.

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